Para ser un gran cocinero hay que mancharse las manos; no pasa nada, porque luego uno se limpia las manos. Para conseguir fotografías especiales, hay que mancharse en general. Hay que tumbarse en el suelo para conseguir ángulos más naturales o más sorprendentes. Hay que meterse entre arbustos, aunque se salga con algún arañazo.
Pero, sobre todo, hay que tener mucha, mucha paciencia. Se puede conseguir esa imagen que tenemos en la cabeza, esa mirada que sabemos que nos van a regalar, el vuelo del pájaro que no se decide a volar.
Hay que saber esperar, con el dedo preparado para apretar en el momento adecuado.
Debe estar conectado para enviar un comentario.